Robert Johnson-The complete recordings (1990)

Se volvió a colgar este disco por unos engorrosos problemas de claves. Disfruten.

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La mitología chilena cuenta que se puede hacer pacto con el diablo en un cruce de caminos, se invoca al "Cola de Flecha", el hombre aparece y te pregunta: ¿Qué quieres hermano? Si no te cagas de miedo, el socio te invita unas chelas y te hace una pequeña entrevista, nombre, ocupación, estado civil, etc., etc. Varias son las personas que han carreteado con el "Jefe de Jefes", gentes como Pinochet, George Bush, La Kintrala, Fido Dido - entre muchos más que hoy no recuerdo- sucumbieron ante las tentaciones del diablo y le entregaron su alma.

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Un caso especial es el de Robert Johnson, un gran blusero norteamericano del siglo pasado, perteneciente a la segunda generación de músicos de color aficionados a tocar la guitarra en la terraza de su casa. Cuenta la leyenda que Robert se casó muy joven, un cabrito no más. Fue tal su mala suerte que su esposa e hija murieron en el parto, corría el año 1930. La tristeza de Johnson fue tan grande que se puso a tocar blues y no paró más. Su calidad instrumental era mínima, pero de un día para otro apareció tocando como un maestro. Amigos y músicos cercanos justificaron los avances técnicos con un pacto secreto entre el diablo y el bluesman. De ahí en adelante todo fue miel sobre hojuelas para este tipo.Volvió a encontrar el amor y se casó con Esther Lockwood, conocida como la concubina del mandinga, quien tenía propiedades y algún dinero que les ayudaba a vivir sin trabajar . Como dice el dicho, "Ser bluesman pero no we...."

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Asuntos Inexplicables

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Al final de cada presentación, Robert Johnson no se despedía de su público ni esperaba aplausos, sino que escapaba por la puerta trasera y desaparecía sin dejar rasto alguno, actitud bastante extraña, diría yo. Otra situación anormal, según mi opinión, es que el músico siempre grababa en las sesiones de estudio mirando la pared. Las malas lenguas dicen que este tipo veía espíritus y demonios dentro de las cabinas del grabación, situación que lo desconcentraba bastante, ya que transpiraba más de la cuenta y se le resfalaba la guitarra de las manos. Extraño, no?.

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Para continuar con la leyenda, el blusero del demonio, nunca cambió su destartalada guitarra acústica "Gibson", a pesar de tener el dinero suficiente como para comprar otra de mejor calidad. El título de las canciones es otro tema, "Blues del Cruce de Caminos" (Cross Road Blues), en alusión al lugar en donde realizó el pacto; y también en "Yo y el Blues del Diablo" (Me and The Devil Blues), son dos señas claras del oscuro trato, en esta última canta: " Temprano en la mañana, cuando tu tocas a mi puerta, yo te digo hola Satán, creo que ya es hora de partir" ( Early in the morning, when you knock at my door, I said Hello Satan, I´ believe it’s time to go.)

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Éste blusero compuso 29 canciones en dos sesiones de estudio, la primera se realizó el 23, 26 y 27 de noviembre de 1936; y la segunda el 19 y 20 de junio de 1937. En total existen 42 registros de su obra, ya que grabó en distintas versiones algunos temas.

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Sus Últimos Tragos

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Y como no hay tiempo que no se cumpla, ni deuda que no se pague, el 16 agosto de 1938, Johnson, de 27 años, murió a causa de una botella de wiskey con estricnina. El potente veneno fue enviado como presente por el dueño del bar en donde tocaba, mezclado con destilado de malta. La cobarde accción se debió a que el blusero se había acostado con la esposa de este señor, y como en esos años la gente no se prestaba lo que se montaba, la acción fue bastante aplaudida por los borrachos de la cantina. También se dice que en esa presentación un tipo muy extraño había cantado y bailado todas las canciones que Robert Johnson alcanzó a interpretar, invitando tragos gratis a todos los presentes y haciéndose acompañar de tres infartantes mujeres: una rubia, otra morena y una pelirroja.

Bueno eso sería, este material tiene un sonido bastante terrorífico, se escuchan los zapateos de Johnson y uno que otro ruido bastante extraño, según mi parecer. No queda nada más que bajar los discos, dejar de lado todas las sugestiones, rezar una par de ave marías y disfrutar del blues más oscuro que existe sobre la tierra.

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