Fue un caluroso sábado primaveral cuando escuché por primera vez a esta banda. También recuerdo a un amigo del sector Collao (...al igual que Pegotes) que los llamaba "los precisamente desafinados", característica que admiraba, por darle ese toque humano y amateur a lo que hacían. Y partimos a ver a los Pegotes, muy temprano, para ubicarnos cerca de la reja de contención. El sol golpeaba fuerte en las cabezas y el supermercado de la esquina se transformaba en la única alternativa cercana para comprar chelas. Las fuerzas especiales de carabineros se ordenaban a un lado de la avenida Víctor Lamas para evitar que los vándalos se tomaran la calle y congelaran el tránsito vehicular. Suben los Pegotes al entarimado y se desata un peligroso “circle pit”. La polvareda no permite ver el show. Algunos metaleros lanzan varias botellas y a los pocos segundos todo es sangre, gritos pidiendo ayuda, personal de la Cruz Roja y ambulancias. Así era, generalmente, un recital de punk rock en Concepción. Una experiencia muy peligrosa. Lo que más extrañaba era esa rivalidad parida entre metalheads y punkis. Violencia extrema que muchas veces alcanzaba al público común y corriente. Se dice que los viejos punks de la UDEC les prestaron ropa a los Pegotes, los apoyaron y rompieron algunas melenudas cabezas por su música. Hace unos días pasé por el lugar exacto donde se realizó este show. La municipalidad construye una granja educativa para la comunidad en el mismo terreno. En el sector todo se ha vuelto más pacífico, abundan deportistas, escolares cimarreros, parejas sin dinero para el motel, algunos borrachos y evangélicos predicando el fin de los días. Compartan su música y no pirateen.
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